Baje del
escenario, limpiándome las lágrimas que me quedaban sobre las mejillas.
Esperando que él me hubiese entendido, era una manera cobarde de decírselo pero
no podría encontrar otra forma. El entro a mi camerino mientras retocaba el
maquillaje que se había corrido después de que el llanto me traicionara. Se
quedo en el umbral de la puerta mientras soltaba un suspiro.
-Esta muy
triste esa canción, otro poco y lloro, pero, esa no es tu canción y aun que lo
fuera no me importaría sufrir por tu amor. Porque; en realidad me gustas y haría
todo lo posible para que eso no sucediera y así ganarme tu cariño aun que yo
salga lastimado.- Me miro atreves del espejo a los ojos, no pude sostenerle la
mirada, el era fuerte.
-Te lo dije,
soy una mala persona.- comenzaba mis diálogos, mientras evitaba verlo a los
ojos fingiendo examinar un labial carmín- O al menos, no nací para el amor. Te
dije que tenía un pasado y una mala reputación, además soy la persona más
superficial del mundo. No quieres sufrir con las espinas de una rosa, porque
eso me considero yo
-No me
importa ya te lo dije eso puede cambiar o eso intentare.- cada vez se acercaba
mas a mí, casi podía sentir su cuerpo en mi espalda, se detuvo- Aun que salga lastimado, pero, no sé, siento
que tú en realidad vales la pena.- tomo una rosa de los múltiples arreglos que solían
llevar a mi camerino al final de cada presentación, una rosa blanca mis
favoritas-Pero como toda las rosas, muy lindas son , que si uno las sabe tratar
con mucho cuidado nunca nos lastimaremos con sus espinas.
Yo lo veía jugar
con la rosa maniobrando evitando las espinas por el rabillo del ojo -Y las
rosas también mueren, por qué crees que estoy tan enferma del cuerpo y mentalmente-
Se detuvo como si un shock lo hubiese golpeado, casi se clava una espina.
Otro suspiro
de su parte, no iba a dejarme fácil -Si pero si uno les da cariño, compresión y
las cuida para que no le pase nada esa rosa puede vivir mucho tiempo-
Me puse de
pie y tome la rosa con la que jugaba-No lo creo, todas mueren- aplaste los pétalos
de la antes hermosa e inmaculada flor, dejándolos esparcidos en el suelo- Y yo
no soy la excepción-
Salí, ya no podía
estar más tiempo en ese lugar. Me recargue sobre la puerta dejándolo a él
dentro poco a poco me deslice hasta el suelo frio, lo que no sabía es que él había
hecho lo mismo desde el otro lado de la puerta.